
Los arquitectos chilenos Felipe Assadi y Francisca Pulido recibieron un encargo simple: una casa de poca superficie y amplios espacios. Ellos diseñaron una planta de un piso y sólo 140 m2, pero tomando como punto de partida la inmensa vista hacia el Valle de Chicureo y la pendiente que les imponía el terreno...


La casa logra concentrar en un piso todos los recintos pedidos por los propietarios. La pronunciada pendiente del terreno permite ocultar casi por completo el volumen, que aparece como una plataforma y coincide con el acceso. La imagen de este objeto se repite en el interior, como un mueble alargado que ordena el espacio público y marca la entrada principal. Los espacios de encuentro se concretan en una planta en forma de U donde en el área central se ubican el estar, el comedor, la cocina y el acceso. En los laterales se ubican los dormitorios y servicios.


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