
Esta iglesia construída en Atlántida (depatamento de Canelones) por el ingeniero Eladio Dieste (uruguayo); y fue proyectada para albergar 300 fieles sentados, pero con amplios pasajes sin bancos que permitirán llevar su capacidad a más de 500 fieles cuando sea necesario.
La iglesia se concibió como un gran espacio, al que la estructura misma da una unidad esencial, cuyas proporciones se estudiaron para que los fieles estén cerca del altar, de modo que sea viva su participación en los misterios sagrados. La espacialidad de la nave hace sentir al fiel esa realidad muchas veces olvidada de puro consuetudinaria. La zona que ocuparán los fieles al comulgar está elevada un escalón sobre el piso de la nave, incorporándose visualmente a la unidad que forma el presbiterio dentro de la iglesia. Todas las ventanas practicadas en las paredes iluminan a los fieles de atrás y concentran su luz sobre él.

Se ha construido en el techo un lucernario que da a esta zona una suave luminosidad y por detrás del presbiterio se ve la pared del fondo, tratada con un aparejo de ladrillo muy rugoso e iluminada por una ventana horizontal que muestran los planos. La luz transforma esta pared en un fondo, a la vez sereno y llameante. El altar es un bloque macizo de piedra apenas desbastada, de la que se ha pulido solo la parte superior. Sobre el altar un crucifijo de grandes dimensiones, notable escultura de Eduardo Yepes se verá de la nave destacándose sobre el rojo, avivado por la luz, de la pared del fondo.
La imagen de Nuestra Señora de Lourdes se montará en una hornacina tronco piramidal dispuesta de modo que las juntas de las hiladas de ladrillo produzcan la sensación de que su profundidad es muy grande, infinita, con lo que se ha buscado sugerir el espíritu de la aparición que la capilla recuerda.
El coro se dispuso en un entrepiso sobre la fachada principal que da al norte. Los muros de esta fachada se han tratado de manera de dejar a la derecha un amplio atrio, protegido por el piso del coro, soleado en el invierno y en sombra en el verano. Sobre el fondo del atrio se pondrá un banco de piedra o de madera.

Todo el entramado del coro y las paredes que lo sostienen no llegan a tocar a la estructura principal, queda entre ambos una junta de unos diez centimetros que se ha cerrado con una chapa de onix. La estructura principal cuenta así como una unidad aún constructiva, que es lo que es, y además la luz que pasa por esa ranura tiene un misterio y un encanto muy especial.
El conjunto se completa con un campanario independiente, que será el motivo dominante de la futura plaza a la que han de dar la casa y el salón parroquiales. Se ha procurado hacer un campanario que cumpla con toda la complejidad de funciones que le son propias, que sea también esa extraña construcción que siempre ha sido.
Los medios y materiales usados quieren también ser expresivos. Son humildes como los fieles para quienes la iglesia se ha construído, pero han sido tratados con un desvelo que aspira a ser el homenaje que estos humildes merecen.
Los pisos, paredes y techo se han construido de ladrillo. Todo este ladrillo, que se dejará “a la vista”, es resistente o está incorporado de manera esencial a la construcción.
Las técnicas empleadas son una generalización de las ya usadas por Dieste en otro tipo de edificios, fábricas y gimnasios. La incorporación de armadura y el uso de morteros convenientes vuelven estructuralmente activo al material cerámico y hacen que sean posibles con él, y a bajo costo, cosas que serían impracticables económicamente con el hormigón armado; por ejemplo, las paredes onduladas de esta hermosa iglesia.