Casa Poli

La obra está ubicada en la Península de Coliumo (550 km al sur de Santiago). En un sitio apartado de toda tecnología, condicionó la contrucción de esta vivienda a manos de Mauricio Pezo basada en una operación de dos maneras. Por un lado, se trabajaba con una tecnología arcaica y una mano de obra local carente de especialización.

Por otro lado, teníamos que intervenir un paisaje cuya abrumadora perfección tarde o temprano sería perturbada. Ambas condiciones llevaron realizar una practica primitiva; levantaríamos algo por primera vez y donde nunca se había hecho. Siempre es difícil resistir la tentación de alcanzar el borde, el peso del nuevo cuerpo podría deslizar la composición arcillosa de la tierra sobre su base de granito.

Una vez fijada esta posición, fue necesario elevar el suelo hasta recuperar al menos dos cosas: una era la sensación de un podio natural rodeado de nada y la otra era esa lectura morbosa y en primer plano del pie del acantilado, donde revienta el mar contra las rocas. De este modo fijábamos la altura de la pieza y sustituíamos el techo por una terraza que ocupa toda su extensión horizontal. La base es un podio horizontal quebrado en tres plataformas que bajan en forma de zigzag con la topografía. La triple altura del espacio de la plataforma más baja, orientado al noroeste, contiene una dimensión vertical del lugar.

Dentro de esta masa vaciada quedan la cocina, las circulaciones verticales, los baños, armarios y una serie de balcones interiores (que protegen las ventanas del sol y de la lluvia, hacia el norte y el oeste). Eventualmente, todos los muebles y objetos domésticos están dentro de este perímetro, liberando el espacio para múltiples actividades. Con la necesidad de muros soporte se evitó la obviedad de hacer una gran vista al mar y, en cambio, geberó una cantidad variable de situaciones interiores.

Alega Mauricio: "Toda la obra se hizo con concreto artesanal, una masa que se arruinara naturalmente, con moldajes de madera sin tratar. Su construcción se realizó (con una pequeña betonera y cuatro carretillas) en estratos horizontales que hacían coincidir los niveles de vaciado de la mezcla con la medida de un panel de media tabla. Una vez terminada la obra gruesa, reutilizamos toda la madera maltratada de los moldajes para revestir los muros interiores y para hacer unos paneles correderos que, alternativamente, servirían tanto para cubrir el programa perimetral de servicio como para proteger las ventanas una vez que la casa se abandona. Tomamos estas operaciones como una denuncia de un estado de cosas y como una especie de confirmación de nuestro interés por descubrir el potencial de las cosas crudas; de los bocetos que no necesitan terminarse para reparar en lo que dicen."

No hay comentarios: